Alejandro G. Roemmers

Poeta, escritor y filántropo nacido en Buenos Aires en el año 1958. Es una de las nuevas voces de la poesía argentina, reconocido no sólo en el país, sino también internacionalmente, con fuerte presencia en España.
Su primer libro, Soñadores, soñad (1977), reúne poemas escritos entre los catorce y los veinte años, muchos de ellos dedicados a España. 
En prosa es también autor de El regreso del Joven Príncipe (2011), novela que ha sido traducida a varios idiomas y de la que se han vendido más de un millón de ejemplares.
Obras destacadas

Déjame entrar

 

Déjame entrar

con mis palabras esta noche.

Deja tu mente

vagar por estos signos.

Refúgiate en la aldea de mis versos.

Respira el trébol de la noche

y afloja los miedos que la acechan.

 

Déjame ser prado y tiéndete.

Déjame ser manta y cúbrete.

Déjame saciarte y bébeme.

Siente fluir por tu garganta

mi alimento de palabras,

hacerse carne hasta tus huesos,

inundartelas venas con mi sangre.

Déjame florecer por tus entrañas

suturar los barrancos de tu herida,

tenderme por la pampa de tus sueños

y alumbrar las semillas de tu espera.

 

Deja entrar mis palabras esta noche.

Mañana, cuando ya no me recuerdes,

cuando nadie pueda distinguirnos,

te sentirás más fuerte.



Impulso luminoso

 

Lucha del mármol

contra la gravidez de los instintos:

triunfo del hombre

sobre las garras de la piedra.

Pliegues y repliegues sensuales,

marea y pleamar de la existencia.

Mórbidos efluvios

de energías carnales.

Proas afiladas,

místicas velas.

Aristas que absorben

transparencias del aire.

Atrevida fragilidad,

reflujos de amor y desventura:

historias de vida,

misterios que se alargan.

Entramado de tensiones.

Chispa de futuro.

Fuego blanco de Carrara.

Estalagmitas de fe.

Impulso luminoso.

Gótica pureza.

Estallido inacabado.

Grito ancestral de la materia.



Dios te salve, poesía

 

Dios te salve, poesía,

llena eres de gracia,

de alamedas, caracoles y alboradas.

El Amor está contigo,

y su Verdad, más profunda que el silencio,

y su Misterio, más grande que la vida.

Humilde tú eres entre todas las artes

y bendita es la Palabra de tu vientre.

Salva, poesía, y redime a quien te invoca.

Ven a nosotros, errantes soñadores,

ahora, en la pasión del canto ardiente,

y en la noche de nuestros versos más tristes,

para conducirnos al umbral del Día.