Delmira Agustini – Autor destacado del mes

Delmira Agustini – Autor destacado del mes

Delmira Agustini (1886–1914) fue una destacada poeta uruguaya del modernismo, nacida en Montevideo. Comenzó a escribir desde muy joven y publicó su primer libro en la adolescencia. Su obra se caracteriza por un estilo modernista con fuerte carga erótica y una perspectiva femenina innovadora para su época. Fue parte de la Generación del 1900. Se casó con Enrique Job Reyes en 1913, pero tras separarse, él la asesinó en 1914. A pesar de su corta vida, dejó un legado literario importante en la poesía latinoamericana. En años recientes, ha sido reconocida con varios homenajes, incluido el título de Ciudadana Ilustre de Montevideo (2022) y distinciones internacionales en 2023.

Poemas destacados

El intruso

Amor, la noche estaba trágica y sollozante

cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;

luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,

tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

 

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante,

bebieron en mi copa tus labios de frescura,

y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;

me encantó tu descaro y adoré tu locura.

Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas,

y si tú duermes duermo como un perro a tus plantas!

Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

y tiemblo si tu mano toca la cerradura,

y bendigo la noche sollozante y oscura

que floreció en mi vida tu boca tempranera!

 

Lo inefable

Yo muero extrañamente… No me mata la Vida,

No me mata la Muerte, no me mata el Amor;

Muero de un pensamiento mudo como una herida…

¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

 

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida

Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?

¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida

Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?…

Cumbre de los Martirios!… Llevar eternamente,

Desgarradora y árida, la trágica simiente

Clavada en las entrañas como un diente feroz!…

Pero arrancarla un día en una flor que abriera

Milagrosa, inviolable!… Ah, más grande no fuera

Tener entre las manos la cabeza de Dios!

Tú dormías

Engastada en mis manos fulguraba

como extraña presea, tu cabeza;

yo la ideaba estuches, y preciaba

luz a luz, sombra a sombra su belleza.

 

En tus ojos tal vez se concentraba

la vida, como un filtro de tristeza

en dos vasos profundos… Yo soñaba

que era una flor de mármol tu cabeza…

 

Cuando en tu frente nacarada a luna,

como un monstruo en la paz de una laguna

surgió un enorme ensueño taciturno…

 

¡Ah! tu cabeza me asustó… Fluía

de ella una ignota vida… Parecía

no sé qué mundo anónimo y nocturno…