Poemas recomendados de Honduras

La poesía hondureña es un espejo de la riqueza cultural, social y natural del país, marcada por la lucha, la memoria histórica y la búsqueda constante de identidad. A lo largo de los años, poetas hondureños han utilizado la palabra como una herramienta de reflexión y resistencia, explorando los paisajes de la naturaleza, la vida cotidiana, y las realidades sociales y políticas del país.
Víctor Manuel Ramos
“Noche de insomnio”
Que estará haciendo
La niña de mi alma
En esta noche tormentosa de julio
En que toda mi sangre
Exige el sacrificio
De la rosa con afán de incendio.
Imposible dormir
Con la nostalgia de la armonía de su sexo,
Es una mentira el reposo sin el olvido de su boca apasionada,
Los ojos se cierran y aparece su silueta,
Mis manos le desabrochan el corpiño,
Que protege con sus copas geometrías exactas.
De pronto ella esta desnuda
Y cabalga segura hacia el delirio,
Entre mis piernas
Como una ninfa exhausta que aguarda
Que nos fundamos para siempre
En la satisfacción del deseo supremo.
Y ella, hora de dormir,
Leerá mis mensajes en el celular,
O mis cartas, o mis poemas.
Ira desprendiéndose, ritualmente, de su ropa.
Primero los zapatos y las medias antideslizantes,
Luego la blusa lila, su color favorito,
Con lentitud de una pantera en celo,
Se despojara del corpiño y mirara en el espejo
Las dos primaveras enhiestas de contornos furiosos
Que aguardan a mi boca insaciable para sus jugos.
Buscara la imagen reflejada de sus senos desde perspectivas diversas,
Los tomara con sus manos para ofrecerlos, sacrificio inédito,
Y un rictus de ternura y deseo se dejara lucir en tu cara.
Se despojara de su apretado jean
Y quedaras apenas con su blumer de encajes
Que ira cediendo, pierna por pierna, hasta quedar desnuda,
Ingrima, como Dios la echó al mundo.
Y entre sus piernas, la humedad del deseo,
Manando desde las profundidades oceánicas:
El torrente incendiario de una lava volcánica de infinitos aromas.
La piel eriza.
En fin, como dormir tranquilo
Esta noche lluviosa de julio
Si yo estoy cargado de ti y tu llena de mí
Y ambos, en nuestros aposentos, desde la lejanía,
Nos deseamos y nos buscamos desesperadamente.
Froylán Turcios
“Morazán”
¡Inmortal paladín legendario!
Hoy tu nombre se ha escrito en la historia
Con la lumbre de esplendida gloria
Que irradio de tu triste calvario.
No es un canto de honor funerario
el que arrulla tu grata memoria,
ni es tu fama la fama ilusoria
de un fugaz y apagado incensario.
Si tu vida extinguió el retroceso,
tu brillante y audaz pensamiento
Será estrella polar del progreso.
Y veremos cumplido tu ideal
Cuando flote, orgullosa, en el viento
La bandera de la Unión Nacional.
Amanda Castro
“La niña”
Con tus ojotes
me mirás desde tu esquinita
-ese lugar
donde se tejen los versos
y el amor-
quiero tocarte pero no puedo
Aprendiste demasiado temprano
que no podías confiar en nadie
y cuando me acerco huyes
-huyes cuando se acerca cualquiera-
Antes de descubrir las palabras
ya conocías el dolor del abandono
desde entonces te habitó la amargura
nunca tuviste tiempo para sentir un pecho
y nutrirte de amor y de esperanza
te quedaste suspendida
en el espacio del deseo
-deseo de ser deseada-
Más tarde vino lo más violento de la vida
la persona en quien más querías confiar
te enseñó esos juegos secretos
que te arrancaron el habla
y la cordura
el amor ya no era una cosa linda
sino un dolor que violaba
la pureza de tus manos
descubriste esa esquina de lugares mágicos
donde el tormento y la angustia no existían
Te separaste de todo
-de mí, más-
Te volviste sombría
Todo te hacía sangrar
las primeras heridas
Hoy te veo en tu esquinita
pidiéndome a gritos
que no te deje morir
y sufro al no poder
darte explicaciones
mis ojos se acobardan con los tuyos
Tampoco comprendo
cómo se puede rechazar a un recién nacido
cómo se puede violar la inocencia
de alguien que nos quiere
cómo se puede matar a un niño
Todos vivimos alejándonos
de la vida
aprendiendo a matar
-odiándonos-
Pero hoy
con tus ojotes de luz
nuestra esperanza crece
igual que los versos en tus manos
Vivo
en espera del día
en que podré abrazarte
ya no te niego
el derecho a la rabia
ni las palabras
hemos descubierto
el amor.
Juan Ramón Molina
“El jardín”
Cuelgan racimos de odorables pomas,
negras uvas en gajos tentadores,
fingiendo los alegres surtidores
un murmullo de besos y de bromas.
Dormitan en las ramas las palomas
los buches esponjando arrulladores,
y el capitoso aliento de las flores
unge el follaje y el parral de aromas.
Un sol ardiente esparce sus madejas
de luz, sobre el jardín; y las abejas
un vals preludian, áspero y sonoro.
Bailan las mariposas deslumbrantes,
y picotean pájaros brillantes
unas naranjas que parecen de oro.